Jean Genet nació el 19 de diciembre de 1910, hijo de una joven prostituta y de padre desconocido; su madre lo abandonó en el hospicio a los pocos meses y, cuando llegó a los ocho años, el pequeño Jean fue confiado a una familia de acogida, campesinos del montañoso Morvan en Borgoña, donde permaneció dos año, hasta que acabó siendo acusado de robo (¡acto aquel fundacional de lo que será su personal ética!). Después de algunos otros delitos y dos fugas, fue internado en el reformatorio de Mettray, no lejos de Tours, donde permanecerá cuatro años. Y él dirá luego en Le Journal du voleur:
“Con el objeto de sobrevivir a mi desolación (…) elaboré sin darme cuenta una rigurosa disciplina, cuyo mecanismo era que cada vez que me acusaban de algo, aunque fuera de manera injusta, yo respondía afirmativamente. Y, cuando era el caso, sentía al instante la necesidad de convertirme en aquello de lo que me acusaban. Tenía dieciséis años”.