Aquel financiero escocés John Law, que tantas cosas vino a cambiar en los azarosos años de la Regencia de Felipe de Orleáns, había nacido en Edimburgo el 16 de abril de 1671. Hijo de un rico orfebre que había comprado la importante propiedad de Lauriston, cuyos descendiente tomarían el título, el joven John vino a encontrarse, a la edad de veinte años, en posesión de una considerable fortuna, con la que, trasladado a Londres, se lanzó en el turbulento mundo del juego y la especulación. Sigue leyendo
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